Impedir que entren no es la solución

Pocos días después de que en Cataluña aprováramos nuestro primer Plan de Protección Internacional, en las aguas de Ceuta han muerto 15 subsaharianos al intentar cruzar la frontera.

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Los hechos de Ceuta resultan terribles, injustificados e impropios de un país civilizado. La prioridad no puede ser impedir que seres humanos desesperados, que huyen de la miseria, no puedan entrar en Europa al precio que sea. Las desigualdades, las guerras y la persecución son una realidad en nuestro mundo a la que no podemos dar la espalda. Y los inmigrantes son personas con unos derechos y unas garantías legales que han sido respetadas por nuestras leyes e instituciones. Y también por la policía que vigila las fronteras.

En Cataluña aprobamos hace pocas semanas nuestro primer Plan de Protección Internacional, para proteger y acoger a las personas extranjeras que llegan a nuestro territorio huyendo de la persecución en sus países de origen. Es un paso importante, en el camino de avanzar hacia unas políticas migratorias y de acogida fundamentadas en el estricto respeto de los derechos humanos y de las convenciones internacionales. Pero hechos como los de Ceuta nos recuerdan que la gestión de la inmigración a menudo queda muy lejos de lo que las convenciones, las leyes y los planes señalan.

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